Menuda lluvia de sangre.
Mis compañeros junto con el Teniente aparecieron y sí... lo reconoceré... me salvaron. Después de todo el tiroteo, Ripper organizó a la gente y vino hacia mí, preguntándome sobre esas cosas.
-Ni idea... eran rápidos... muy rápidos...- Me encontraba algo confuso.
Me dolía la espalda y lo disimulé apoyándome sobre el respaldo de la torreta.
No sabía que pensar... me dolía la cabeza y todo esto cada vez se parecía más a una horrible pesadilla.
Sólo quería algo de paz... un lugar seguro... un polvo... una cerveza... y olvidar ese color rojo que bañaba el ambiente... pensé echando un último vistazo al charco de sangre.

En pocos minutos el convoy estuvo listo. Lo que decía, jodidamente buenos...
Con un gesto del dedo dando vueltas ordene que nos largábamos. Los últimos hombres que cubrían el perímetro se subieron a los camiones y nos pusimos en marcha.
Yo conducía el URO negro de los ZORT en cabeza, con los camiones detrás. Hartman controlaba con la torreta que ningún bicho se acercase.
Salimos por la puerta y enfilamos en un giro por la izquierda. EL ruido de los motores me tranquilizaba. Era un ruido común que además ahogaba los gemidos de esas putas cosas muertas. Me daba tranquilidad.
Tranquilidad de que aún alguien resistía.
Contra los zombies, la gente que se había vuelto loca, los saqueadores y las criaturas infernales que salían de Dios sabía donde... Nosotros seguíamos aquí.
El puto ejército de Tierra. Hombres y mujeres con valor.
Sin saber porqué tuve la certeza de recuperaríamos mi ciudad natal y después el país.
Ya nos encargaríamos de eso.
Aunque tuviésemos que enfrentarnos a 45 millones de zombies...

HARTMAN Y RIPPER

El convoy sale lentamente de la comisaría en la que se ha derramado tanta sangre... para encontraros de cabeza con un verdadero muero de infectados. Parecen atraídos por el enorme escándalo que habéis montado. Al menos son un centenar y están muy juntos y avanzando hacía vosotros, un verdadero muro de carne muerta...
Sólo tenéis dos opciones, o dar la vuelta o intentar atravesar el muro de criaturas....

Me levanto y busco a María con la mirada.
- No sé lo que está haciendo, pero sea lo que sea puede irse señorita Valeverde, aquí no hace nada.
Sin mucho esperar esta deja la bata que lleva puesta y sale escopetada por la puerta.
- ¿Y yo que, eh yankee?
- Descuide Marta, usted me va a ayudar en un asunto. Venga y coja asiento por favor.
Mientras ella se acerca, saco de mi bolsa con las siglas CDC grabadas en azul un cuaderno con un separador en el medio: en un compartimento hay unos bocetos con algunas notas y en el otro folios blancos y lápices de dibujo.
- Bien señorita Campos, vamos a clasificar la información que conocemos hasta ahora. Con esto podremos empezar a hacer una pequeña guía de campo para todos los que desconozcan tanto los tipos de Zs que se pueden encontrar, así como sus características.
Nos ponemos ha hacer dibujos que sumo a los del gigante que encontramos de camino a este pueblo y demás Zs que he ido viendo. Vamos apuntando lo más significativo de cada uno en el reverso de cada hoja. Nos tiramos así un rato.
- Vale, hagamos un repaso. Tenemos en total: el Z humanoide que no es especialmente rápido ni inteligente; el Z gigante, con fuerza descomunal; los Zs con garras que me ha descrito… de los que apenas sabemos nada aparte de su morfología. A estos tres tipos de Zs hay que añadirles que les hemos extraído sangre diferente, por lo que no están infectados por el mismo virus… Aparte de la inteligencia que pueda tener cada uno que la desconocemos, ni del tiempo de transformación… Apúntelo como dos interrogantes por favor.
Marta levanta la cabeza de los papeles.
- No soy tu jodida secretaria ¿Sabes yankee? - ¿Cuántos años tendrá? ¿28, 29? Tengo ganas de preguntárselo.
- ¿Por qué se queja por todo señorita Campos? – Agarro los folios en los que estaba escribiendo y continúo - hágame un par de bocetos más de los Zs veloces que inspeccionó con el señor Sera por favor. Dibuje sus partes anatómicas lo más detalladas posible.
Mientras escribo divago conmigo mismo, ¿Qué controlará a estas criaturas? ¿Qué impulsos las mueve? ¿Podríamos condicionarlos? ¿Llegar a controlarlos tal vez?... J.R., estos pensamientos no están bien pero… ¿Y perfeccionarlo? Si el virus es capaz de rehacer la anatomía de una persona… ¿Podríamos hacerlo? ¿Hacer del virus un beneficio para aumentar capacidades o… regenerar miembros? Los cerdos federales de Atlanta hablaron de esto alguna vez… Si tuviese sujetos con los que poder trabajar... En los que inocular el virus para ir respondiendo a alguna pregunta… ¡Joder Jhon! ¿Estas desequilibrado o qué? ¿Cómo vas a inyectarle esto a una persona sana?... Pero... ¿Y lo que puedo aprender haciéndolo?... ¿Y si resulta ser un mal necesario?

-¡Joder!. Sargento, ¿cree que podemos atravesarlo?. Miré por el espejo retrovisor y ví que ya había algunas criaturas detrás del segundo camión del convoy.
Además los camiones no tenían espacio para maniobrar y dar la vuelta.
-¡A la mierda!. Los atravesamos. Hartman, destroza a esos cabrones. Mientras lo decía abrí la puerta del URO y con una sola mano coloque el fusil M4A1 entre el hueco de la puerta abierta y el chasis del vehículo. Una granada del M203 salió disparada después a la apretada fila de muertos vivientes. Cerré la puerta y deje el fusil en el asiento del copiloto mientras pisaba el acelerador, con ganas de estampar un par de toneladas de metal de Santa Bárbara Sistemas contra aquella horda de podridos...