Justo cuándo Vanessa empieza la frase el primer zombie se acerca a la puerta y después un segundo y un tercero y en nada aparece toda una horda. Las ametralladoras empiezan a escupir fuego y en ese estrecho cuello de botella causan una verdadera masacre. El tiempo parece eterno mientras las armas vomitan balas y los zombies empiezan a quedar cómo cuerpos destrozados que se apilan y se apilan. Cuándo las ametralladoras terminan sus cargadores, al menos una treintena de zombies descansan con lso cerebros desparramados por el suelo. Parece que el edificio está libre, pero cada vez más zombies se empiezan a apelotonar contra la valle.

Cuándo las ametralladoras dejan de rugir habíamos eliminado toda la horda.
-Bien. Eso nos dejará un camino bastante despejado. Cabo Hartman, ¿está bien?. Tenemos que seguir adelante.
Era el momento de mirar la situación. Los zombies estaban empezando a rodearnos. Un soldado me comunicó que Jota había dicho que se quedaba sin combustible. Me dirigí hacía uno de los BMR para coger la radio.
-Jota, ¿me recibes?. Tenemos que reducir la horda que se acerca. Lánzales un par de cohetes e intenta aterrizar en el parque que hay dentro de las instalaciones. Controla si tienes gasolina suficiente para despegar después. Puede que necesitemos el helicóptero para cargar material.
En esa base se había dejado todo el material para las tropas destinadas a Burgos, que extrañamente, eran muchísimas. Esperábamos que fuese una verdadera mina.
Sin esperar respuesta de Jota, otro soldado me informa que ha llegado un civil.
Cuándo me la señalan veo que es una mujer joven, bastante atractiva. Me acercó a ella.
-Señorita. Soy el Sargento Béquer. Veo que ya le han dado un arma. No se preocupe, la sacaremos de aquí. Si sabe usar eso(señalo el arma del policía) será mejor que se pegue a mí.
Me doy la vuelta sin decir más y comento a Hartman.
-Cabo, usted, yo y la civil vamos a entrar. González, mantenga el perímetro, no quiero que los zetas nos coman el culo al salir. Vamos a ver si hay dentro queda alguien vivo.

Y cuándo por fin me prestan atención viene un tío joven, que no me sacará ni 5 años y me dice que me meta en la madriguera de donde acaban de salir una treintena de zombies. La verdad, no me hacía ni pizca de gracia, pero el tío, que por cierto, no estaba mal, me daba más confianza que los pitufos que estaban fuera, así que con él y el francotirador loco y después de que me diesen unas señas de cómo manejar el arma, le quité el seguro a la pipa y nos metimos en la boca del lobo.

Dentro de lo malo, aun tenía munición de sobra para meter caña a los podridos de abajo.
Di la vuelta al helicóptero, lo coloque en posición y las balas empezaron a caer sobre ellos, ambas ametralladoras descargaron con fuerza una ingente cantidad de munición.
A su vez, intenté entrar en contacto por radio con Ripper para comunicarle la precaria situación por la cual pasábamos con respeto al combustible.

Me adelanto al Sargento y avanzo con cuidado entre los supuestos cadaveres comprobando que estan muertos mientras registro algunos apuntando antes con el fusil.

No veia bien eso de entrar en el edificio con una civil pero no se lo dije a Ripper, simplemente esperaba que esa cara bonita supiese disparar.