Durante años había sido típico para turistas alemanes venir de vacaciones a España. Incluso muchos de ellos habían comprado casitas en zonas costeras. Algo similar había hecho Joseph, un anciano alemán proveniente de Stuttgart. En un viaje del inserso, escogió el peor momento para hacer una visita al territorio español. Apenas llevaba con su grupo unos días en Castilla y León, cuándo la infección se extendió cómo la pólvora por el mundo. A los pocos días, el cierre de fronteras impidiío que volviese a su hogar, así cómo los férreos controles por carretera. Total, que el pobre hombre quedó abandonado con todo su grupo en una gasolinera de la zona entre Burgos y Bilbao.
Es allí dónde se encuentra ahora mismo, con un grupo reducido de ancianos y el conductor del autobús, mientras, sin que lo sepan, docenas de zombies vagan por el territorio que les rodea...

-Un viaje idílico, decían. Venga a Castilla y León, decían. Se come bien, hay monumentos..., y lo único que tengo es que ahora estoy encerrado aquí sin saber a donde ir. En fin, algo voy a tener qué hacer.

Mientras voy pensando en cómo me las voy a arreglar, rebusco en mis bolsillos para ver qué tengo, al palpar la navaja automática (regalo de mi hijo), me siento un poco más seguro, sé que puedo darle un susto a alguien todavía.
Me decido por ir a hablar con el conductor del autobús, quizá él sepa algo, y además, deberíamos movernos y encontrar donde dormir, estoy seguro de que dormir al raso no será bueno para mi espalda.

-Perdone -le digo- ¿sabe por qué han cerrado las fronteras? Los demás ancianos se están empezando a poner nerviosos, ya que nadie nos ha explicado nada.

A ver qué pasa, él también parece estar preocupado.

El conductor parece aún más nervioso que los ancianos. Te contesta sudando copiosamente.
-Yo.. yooo no sé nada. La policía estaba en todas las carreteras igual que el ejército. Deberíamos ponernos en marcha, pero no queda casi gasolina. Lo mejor que podíamos hacer es dormir un rato en la gasolinera.
De repente te sonríe de forma más tranquila y te invita a ir hacía la gasolinera, mientras se lo dice al grupo de ancianos.

-Ahhhh, gracias hijo, gracias -Le digo mientras intento parecer tranquilo y me acerco a la gasolinera.

Simplemente hay algo que no me gusta, si ha ocurrido algo tan grave como para necesitar la atención del ejército y la policía y como para que se declare el estado de emergencia, seguramente estoy en peligro.
Es más, un grupo de ancianos pre-seniles acaba siendo una carga para el que intenta huir.

Como ese pensamiento se vuelve más y más fuerte en mi cabeza, opto por fijarme bien en el rostro del conductor y observar lo que hace desde fuera de la gasolinera, así podré ver qué hace (aunque tampoco podré hacer mucho si intenta huir)
Resignado, me vuelvo a llevar la mano al bolsillo buscando la navaja automática, necesito sentir su tacto para sentirme mejor.

OFF ROL: ¿La gasolinera está desierta o tiene gente? ¿Y si estuviese desierta, ha sido saqueada?

Rol Off: La gasolinera sólo tiene a tu grupo (tú, el conductor y otros 6 ancianitos y ancianitas). La gasolinera ha sido saqueada. No encontráis ni gasolina, ni armas y la poca comida y agua que encontráis se encuentra en mal estado o ya os la habéis tomado.

Mientras oís en la lejanía gemidos y otros ruidos extraños, la noche se ilumina con lejanas explosiones e incendios. Calculáis que apenas debéis estar a 20 kilómetros de la ciudad, pero eso, en vuestra situación, debe de ser toda una odisea.
El conductor parece preocupado y muy muy asustado. Se va a dormir a la parte trasera del almacén de la gasolinera, temblando cómo un flan. La medianoche se acerca cada vez más y te das cuenta que un sueñecito no vendría de más. Los alrededores parecen despejados.