-¡Ocúpate de los del pasillo!: le grité a Ripper.
No había pasado por alto que el tío ni siquiera me había contestado.
Centrado en su trabajo.
Un soldado sin cerebro: pensé.
Probablemente ni siquiera sabía lo que le había dicho.
Me acerco a recepción para pegarle un tiro limpio al cadáver despellejado de la recepcionista, mientras compruebo, acertadamente que justo detrás del mostrador había un mapa del hospital.
Lo analizo detenidamente mientras busco algo de utilidad en la mesa.
Los disparos del G36 resuenan como un eco por el pasillo.

RIPPER Y SELENE

Los disparos de Ripper destrozan a los zombies del pasillo, dejando sus cadáveres en el suelo. Mientras les disparas, otros 4 zombies asoman sus apestosas cabezas de las habitacciones (dos de las dos primeras habitacciones de la izquierda y los otros dos de la cafetería del final). El disparo de Selene destroza a la mujer infectada. En tu búsqueda de algo útil encuentras 4 horquillas y una bolsa de patatas fritas (La comida sube puntos de vida. En este caso +5 Recordad que al menos tenéis que comer algo cada día. No se puede superar el tope de puntos de vida comiendo. Todos tenéis de comdia vuestras raciones). Ripper ganas 45 puntos de exp y Selene 10 puntos de exp.

BAHAMONDE Y HARTMAN
Bahamonde consigue atravesar al último zombie. Consigues 15 puntos de experiencia. El autobús queda sembrado de cadáveres.
Hartman consigues un hacha de bombero.
Unos pocos cientos de metros de allí, sin ver aún el autobús, Hartman pasea al lado de una valla que da a un campo de trigo sin sembrar. La carretera está desierta. Pero algo te sorprende, del campo se alza de repente una figura que avanza pesadamente a ti. Es una mujer mayor bastante rechoncha con el tobillo partido. Además un pequeño grito a tu espalda te indica que hay otro zombie. El bombero. Salvo que esta vez le falta un ojo y parte del antebrazo izquierdo. Ambos parecen querer tu carne. Mientras tanto Bahamonde, sin enterarse de nada, tiene el camino libre hacía el hospital. Bahamonde consigues una bonificación de +1 en armas largas.

JOTA
-Tenemos la situación controlada por aqui. Solo quedamos 3 COE y 5 nacionales. También quedan 2 de esos antidisturbios de la Guardia Civil. ¡Joder nos han dado duro!: te comunica el soldado desde la radio.
En la ciudad surgen nuevas columnas de humo y llamas. Gritos apagados se oyen por todas partes. El helicóptero permanece en el aire.

Caminaba con el silencio en la espalda cuando de un campo de trigo desierto emergió una mujer corpulenta entrada en años que se arrastraba y se mantenía en pie penosamente tras una valla.

Me paré en seco, un carraspeo de zombie hizo que me girara en dirección a la cuesta por la que había salido. El bombero de las llaves estaba justo detrás de mí, solo que esta vez estaba más guapo. Le faltaba un ojo, su brazo mordisqueado le daba un aspecto de tipo duro y su sangrante boca parecía pedir comida.

La amable abuelita del seco trigal se acercaba a la valla, apunto con la Beretta a la cabeza de la mujer y disparo.

En cuanto al bombero; menuda ironía!!! guardo la pistola y me acerco a él blandiendo el hacha. El filo brillaba por la escarcha mañanera que contenía, que al filtrarse los rayos del sol, producían un brillo siniestro. Alzo el arma y me dispongo a destrozar su cabeza.

Antes de encaminarme hacia el hospital, me dedico primero a investigar cada cadáver, en busca de algo interesante...

Mientras lo hago, indico a los gemelos que hagan lo mismo, y que encuentren el cadáver de Herrero para entregarme su munición.

- Que asco...- Susurro entre dientes.

-Confió en vuestra supervivencia, pero ya sabéis la frecuencia de radio en la que circulo.
Cuelgo la radio, y pongo rumbo hacia una de las columnas de denso humo negro de la zona. La calle esta vacía, desolada, ni un alma; cuando el helicóptero atraviesa la columna de humo, gira debido al propio movimiento de las aspas. Vuelvo la cabeza Nacho y Edu muestran la misma sensación en su rotro, incrédulos observan la ciudad que les vio nacer; es probable que un escalofrió este recorriendo por completo su columna vertebral.
-¡Jota! grita Javier al tiempo que me señala con el dedo un punto no muy lejano donde se empezaba a elevar una nueva columna de humo. Giro el Helicóptero, y pongo rumo hacia un objetivo fijo.